jueves, 23 de abril de 2009

Infancia IV




Camino a casa

Este sol de la infancia
que a veces viene a verme
de ojos entornados,
mirando apenas,
y me arde dulce, en los párpados;
ese sol que me amaba con aquella ternura
que a veces dolía,
-bastante a menudo, por qué no decirlo-
viene a recordarme
con el escalofrío que me recorre
en esta mañana extraña de octubre de sol
que siempre estaremos a tiempo
para volver a intentarlo
para mirar con ojos de asombro
cada mañana que este mundo
se nos venga a echar encima
y nos empuje a amarnos de nuevo
como siempre quisimos
aunque a veces nos cueste
por habernos perdido
tan a menudo
en nuestras más torpes sombras.


Fortalezas

Cuando éramos fuertes
cuando creíamos que lo éramos
más aún porque todo era posible;
cuando éramos fuertes, tanto
que mirábamos temblando al mundo
y podíamos llorar, chillando
con la verdad de nuestro lado;
cuando éramos capaces aún de soñar
con todos los caminos posibles
de frente y al alcance, no muy lejanos;
cuando no habíamos pasado aún la mayoría
esa línea torcida que nos deforma,
y a veces destroza
en ese edén de locos que no era paraíso
ni mucho menos, pero era nuestro
no sé si aún recuerdas,
nos prometimos
que no giraríamos la cara
para no mirar lo que viniera de frente
o agazaparnos
y no traicionar nuestra verdad más pura
nuestra esperanza de ser como éramos
o más aún, lo que soñábamos.


Ensoñación

Todo era posible. Apenas lo intuíamos
y era impensable pensar en futuro.
Se nos llenaba la boca de risa miedo,
de vértigo y sangre.
De posibilidad. Y lo sabíamos.
Todo estaba al alcance
y las manos eran nuestra medida
más justa y fiable.
Soñábamos y era posible.
El viento nos mecía
y se nos mecía el viento.
Cualquier garabato que nos trajera
era un regalo alborotado.
Y la luz nuestra paz.
El cielo nuestro lecho
para contar estrellas
hasta la ensoñación.
Imposible pensar en nada más lejos
que la felicidad.
sujeta en imperdibles
siempre a la cintura.


Por el cielo al que rogamos

Por el cielo al que rogamos
por los ojos que nos miran
sin pedir nada
por la sonrisa abierta o furtiva
por quienes nos escuchan sin juzgarnos
por quienes nos reprenden
para mejorarnos
por quienes lloran cuando lloramos
por quienes me piden que sea y exista
por la vida que nos empuja.
Por el sol que amanece
por el árbol que no veo crecer
por quienes aman
por quienes amamos
por la flor que es simplemente flor
por la brizna que desaparece y ha sido
por los que no están
por los que vendrán
por el sol al que rogamos
por la vida que nos aprieta,yo brindo.

martes, 3 de marzo de 2009

Tierra


Cielo azul

Que el cielo es azul ya lo sabes
y también que es oscuro
el color de mis ojos
que es de día si hay sol
que temblamos al frío
la mayor de las veces
y que cae la noche
cuando todo calla tanto
que tememos no oír el corazón del otro.
Que el mar es azul ya lo sabes
y que sigue rebosando dolor y paciencia
de recoger a abastos nuestras pobres miserias
y que aún puede más.
Que es inmensa la línea que se abre
a nuestros ojos y que sigue esperando
y que será al fin y al cabo tibio aún
el regazo último que nos espera a todos.
Que podemos esperar
de primavera hambrientos
siempre:
que tal vez sea al fin
nuestra sola esperanza.


Suerte

He tenido la suerte de conocer el día
como si fuera un eterno secreto
una puerta entreabierta
que quiere ser sorprendida
una mano que llama siempre esperando.
He tenido la suerte de nacer
en el tiempo de los hombres
para tener razón y comunicarla
para poder mirar con sorpresa
todo lo que a dios se le antoja
enseñar por mis ojos.
He tenido la suerte de llegar hasta aquí
de tener y gozar de imperfectos sentidos
que me enseñan a penas
la belleza del sueño o del simple mirar.
Y he tenido la suerte, la pobre suerte,
de conocer apenas
el horror que atraviesa balanceando el mundo
que de lejos me roza la furia del hombre
el abismo sin sueño y sin tregua
de los pobres sinsentidos que nos sujetan
que señalan y castigan lo que se les antojó
que nos fuera falso ajeno
con su bendita diferencia
que derrotan y humillan la cara del otro
maldiciendo su propio nombre
por los siglos de los siglos.


Desde la tierra

Desde la tierra en la que miro
desde los ojos que sostienen ahora
desde el abismo de estos días
que tropiezan siempre
con las mismas sombras.
Desde la distancia en que te apareces
-kilómetros de tecnología que arrastran
tu mala suerte hasta nosotros:
satélites devoradores de ojos-.
Desde tu interrogante asombro
hasta nuestro hastío
infinitos dólares de tecnología.
Tu dolor encerrado en imágenes
para rebobinar.
Cuenta atrás en un tiempo repetido:
Tres, dos, uno
Imágenes.


Sobreviviremos

Sobreviviremos, siempre lo hacemos.
Aunque hundamos los pies
en el más hondo infierno
o se nos lleve el viento,
nos arrastre el río
ardamos en las brasas
o pendamos en las ramas como alfilerillos.
Cualquier día nos toca, y ya se sabe
lo lejos que después nos queda todo
lo lejos que nos quedan los sin nombre
que miran extraviados,
vía satélite, vía Internet.
Cualquier día. Y nunca se sabe.
Tal vez de lleno o tan sólo nos roce.
Que está el demonio siempre al acecho
y los hombres allí para ejecutar sus deseos.
Pero sobreviremos. Puedes estar seguro.